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La misión del Papa en la Iglesia

La misión del Papa es la confiada a Pedro, según los Evangelios: Jesucristo le dio las “llaves del Reino de los Cielos”, con el poder de “atar y desatar” (cfr. Mt 16, 19), para “confirmar a los hermanos en la fe” (cfr. Lc 22, 32) y “apacentar su rebaño” (cfr. Jn 21, 15-17). O sea, es un servicio a la unidad de la Iglesia en la fe y en la comunión. Se resume en dos aspectos: enseñanza y gobierno.
Al obispo de Roma, corresponde la tarea de enseñar la verdad revelada y mostrar sus aplicaciones al comportamiento humano”. Es una misión eminentemente positiva: “reducir el magisterio papal sólo a la condena de los errores contra la fe sería limitarlo demasiado; más aún, sería una concepción equivocada de su función”.

El Papa realiza esta misión de enseñanza de tres modos principales:

“Ante todo, con la palabra”; en segundo lugar, mediante escritos, propios o publicados con su autorización por la Curia Romana; tercero, mediante iniciativas institucionales para impulsar el estudio y la difusión de la fe, como en el caso de distintos consejos pontificios.
Esta autoridad doctrinal suprema reside a la vez en el colegio episcopal

junto con su cabeza, el Papa: “Los obispos son testigos de la verdad divina

y católica cuando enseñan en comunión con el Romano Pontífice”. Así se manifiesta, de modo singular, en los concilios ecuménicos.

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